Los huevos ya llevan su fecha de caducidad impresa en la cáscara, pero a veces por algún motivo podemos tener dudas de si es fresco o no.
Hay un método muy fácil y es sumergir el huevo en un vaso de agua fría.
Si el huevo se va al fondo, es fresco, si se queda medio flotando, deberemos consumirlo pronto y si flota ya no es apto para consumo.
Este método tan eficaz tiene una explicación muy sencilla, el huevo tiene dos membranas, llamadas testáceas, que sellan la cara internan de la cáscara. Estas membranas forman una cámara de aire que tienen la función de proteger la clara de los microbios externos
A medida que el huevo envejece, el agua del interior de la cámara se va evaporando y entra más aire, a más cantidad de aire en la cámara más flotará el huevo, lo que nos indica que no es fresco.
Sugerencias de recetas con huevos:
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Neus y Sonia, el equipo de Pienso...luego cocino