La piña es una fruta de clima tropical, aromática, jugosa y refrescante, además de ser muy digestiva.
Tiene un alto contenido en agua, destaca en la gran aportación de hidratos de carbono y a pesar de sus sabor dulce, su valor calórico es moderado. Destaca su contenido en potasio, yodo, y vitamina C. Su alto contenido en fibra ayuda el tránsito intestinal.
Podemos encontrar piña todo el año en nuestros mercados, ya que su cultivo se extiende en muchos países.
La piña debe recolectarse ya madura, una vez recolectada se detiene la maduración por completo y empieza a deteriorarse rápido. Para que se conserve bien debemos mantenerla entre 7º y 13º C.
Cuando compremos un piña, si queremos saber si está en su momento óptimo para consumirla, debemos fijarnos en su piel, que no tenga golpes, ni manchas, su color debe ser amarillo dorado, su aroma debe dulce en la base y la cáscara del fruto no debe hundirse bajo presión del dedo.
La hojas de la parte superior deben ser verdes y con aspecto fresco. Al estirar de una de sus hojas del centro de la corona, si podemos mantener la piña en el aire es que todavía esta verde, en cambio si la hoja se desprende está en un buen momento para su consumo.
Una vez abierta debemos guardarla protegida de film transparente en el frigorífico.
Este fruto se puede consumir fresco o conservarlo en su propio jugo y en almíbar.
Hasta hace poco en Occidente siempre se ha consumido como postre, pero cada vez se utiliza más en platos salados. Debido a su acidez podemos incorporarla en guisos con carnes, pizzas, ensaladas, también combina muy bien con salmón, aguacate... Podemos preparar mermeladas, postres, helados, añadirla en masas para hacer bizcochos, magdalenas...
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Neus y Sonia, el equipo de Pienso...luego cocino