Las acelgas son una fuente de vitaminas, pero que a veces nos da pereza de preparar, porque vienen sucias después de su recolección. Hoy os enseñaremos cómo las limpiamos nosotras.
Las acelgas hay que comprarlas bien frescas: con las hojas firmes, verdes y crujientes. Las pencas (tallos) deben estar blancas y duras. Las consumiremos en los siguientes 3-4 días, guardadas en la nevera sin lavar en una bolsa agujereada.
Cortaremos la parte inferior (el tallo) de las acelgas, que está más dura y seca, lavaremos las acelgas bajo el agua, para eliminar los restos de tierra, hacerlo minuciosamente ya que suelen contener bastante restos de tierra.
Una vez limpias, separamos las hojas del tallo y retiraremos las partes que estén feas de las hojas.
Una vez tenemos separadas las pencas (tallo) de las hojas, haremos una pequeña incisión en el tallo y retiramos las hebras de las pencas, tirando de abajo hacia arriba, como podéis ver en la fotografía. Otro método es doblar la penca por la mitad sin llegar a romperla y veremos como sobresalen los hilos, solo tendremos que tirar de ellos y ya tendremos lista las pencas para cocinarlas.
Una vez limpias las acelgas cortaremos las hojas y las pencas como necesitemos para la receta que vayamos a cocinar.
Una de las cosas que debemos tener presentes es que el tallo necesita más tiempo de cocción que la hoja, ésta se suele hacer muy rápido como las hojas de espinacas.
Luego podemos cocinarlas al vapor, guisadas, en tortilla, salteadas, en crema.
Sugerencias de recetas:
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Neus y Sonia, el equipo de Pienso...luego cocino